miércoles, agosto 05, 2020

Mapeo y seguimiento de grupos de hombres e iniciativas de masculinidades en Colombia

Mapeo y seguimiento de grupos de hombres e iniciativas de masculinidades en Colombia 

Por Román Alexis Huertas Montoya



                         

Comparto una elaboración que surge a razón de mi trabajo en diferentes zonas del país y que se viene alimentando desde el año 2005. Es una herramienta útil para la referencia de trabajos de masculinidades en agrupaciones de hombres, mixtas, de iniciativas comunitarias y de origen en proyectos de organizaciones, fundaciones e instituciones en Colombia. 

El mapa que les comparto es el acumulado de información que a lo largo de 15 años he encontrado trabajando con organizaciones y grupos de masculinidades a lo largo y ancho del país. He tenido la fortuna de conocerlas de cerca casi a todas las experiencias referidas, es una información por fuentes directas, primarias y en algunos casos por fuentes secundarias que igual pueden ser corroboradas, rastreadas y que demuestran el accionar del tema desde los territorios.

El mapa seguirá en construcción y en actualización. Hasta el momento presenta la información en cinco capas:

  • Año 2005 Grupos de Hombres y Masculinidades Colombia
  • Año 2009 Grupos e Iniciativas de Masculinidades Colombia
  • Año 2011 Red Colombiana de Masculinidades por la Equidad de Género
  • Año 2016 Mesa Nacional de Masculinidades
  • Año 2020 Plataformas e Iniciativas de Confluencia en Masculinidades 

   
Aquí mapa en el link: 

  
Espero sea de utilidad y en caso de que ustedes cuenten con información para alimentar y actualizar el mapa por favor no duden en compartirla.





domingo, junio 21, 2020

Y un día te haces papá



Y un día te haces padre.
Por Román Alexis Huertas Montoya




Soy de esa generación que no tenía por buen habito planificar la familia,  como digo yo, soy  de “la paternidad espontanea”, de esos hombres que siguiendo la historia bíblica, tal y como le paso a José;  un día cualquiera amaneció y le llego la noticia de boca de su pareja que ella estaba embarazada, que ese hijo era suyo y que iba a ser padre. Pues bien, como muchos esa también es mi historia. 

En mi caso y para ese tiempo era solo un muchacho cuya única responsabilidad era sobrevivir y pretendía  terminar sus estudios universitarios, y de un momento a otro la cosa cambio… seria padre. Bien puedo escribir todas las vicisitudes de lo que implicó para un hombre joven de mi generación ese acomodarse a la condición del embarazo, pero esa es otra historia.

En esta oportunidad la historia arranca un domingo 18 de junio de 2020 (día del padre) cuando ya entrada la noche y tras casi 15 horas de trabajo de parto un médico  en la mitad de un pasillo de la clínica me llama y me dice: “nació un varón, usted es papá”.  La alegría desbordante propia  del momento, sumada a la inexperiencia en el cargo y la evidente poca practica reflexiva masculina de mi generación, no me permitieron entender todo lo que implicaría en mi vida esas dos frases… “nació varón”….”usted es papá”.

A las pocas horas el “usted es papá” fue materializándose en decisiones que como hombre de la familia  debía tomar, no solo sobre mi hijo, también sobre la madre, a cada interrogante que surgía frente a la alimentación, el traslado, las visitas, las adecuaciones locativas en el lugar de la vivienda,  el tiempo de sueño, de ocio, de trabajo, el nombre de la cría… siempre recaían sobre mi la miradas de todos y todas, esperando mi última palabra. En cada una de estas escenas fui entendiendo que el hacerme papá era valorado por los demás como el ratificarme hombre, en cada decisión me envestía desde su juicio un manto de poder y me sentía medido en su escala de autoridad. Y debo reconocer que para ese momento, pase de ser el chico universitario desprevenido que cuestionaba en la plaza de la universidad  pública las lógica del poder y de la autoridad, que entendía, hacen de la opresión del diario vivir de los pueblos a manos de las elites que se abrogan el derechos a decidir sobre ellos. Y empezar a sentir que al convertirme en padre yo mismo empezaba a encarnar las lógicas del poder y de la autoridad, y que eso de decidir por otro/a me hinchaba el pecho desde la hombría que se me señalaba.

Afortunadamente para mí, de la misma manera que empecé a sentir  y hacer uso de los privilegios del “pater-familias”  en el poder y la autoridad, también me di a la tarea de asumir de manera consiente las implicaciones de las responsabilidades adjuntas con el nuevo rol. Entonces, el asumirse padre era de plano instalarse en el rol del proveedor material, creo que eso por primera vez en la vida me hizo sentir miedo de ser hombre.  En aquella época como lo mencioné,  yo era solo un muchacho que jugaba a sobrevivir siendo “solo” y donde con una postura algo “anarka” me permitía establecer un estilo de vida que me argumentaba y tranquilizaba mi realidad económica… históricamente precaria y desde la cuna del proletariado explotado. Pero ser padre era enfrentarse a la tarea de garantizar el bienestar de ese hijo y de esa madre, era como cerrar el pacto histórico del patriarca en el marco del sistema capitalista…. Yo decido sobre lo que es de mi propiedad,  Mi hijo y Mi mujer, “los que yo mantengo me obedecen”.

Que difícil fue para mí sobre llevar estas cosas del “usted es papá”, eran situaciones que me incomodaban, siempre me resiste a ese tipo de jerarquías estando en la base de la piramide, y de repente como por arte de magia o mejor como consecuencia de un parto me iba instalando sobre otros;  y aquellos que yo señalaba por su pésimo ejercicio de la autoridad y el poder (según yo) ahora me veían como igual, se vanagloriaban de servirme de ejemplo… “porque míreme a mí,  yo empecé como usted y vea que saque esta familia adelante”… eso me decían,  y en cada uno de esos comentarios yo me escondía, porque yo no quería ser como ellos.

Pero la vida, el destino, me tenía una fórmula secreta que podía poner a jugar a mi favor, esa fórmula curiosamente estaba resguardada en la otra frase “nació varón”. Sin saberlo allí estaba la posibilidad de materializar o romper  el pacto del patriarca propuesto en “usted es papa”. Y es que claro mi hijo era un varón, el primogénito de mi linaje familiar, la extensión de mi precario abolengo.  Ese niño sin quererlo me llevaba a la praxis misma de mis discursos, a evidenciar mi inconformidad con el rol preestablecido,  a materializar los nuevos discursos que se gestaban en mi siendo hombre y ahora padre.  El hijo aún no lo sabe y tal vez no sea consiente de todo lo que su existencia me permitió reformular en mi vida, desde la misma paradoja de hacerme padre el día del padre de ese año 2000; para luego llevarme a revindicar  el ser proveedor,  cuando asumí que más que bienes materiales debía nutrir al hijo con experiencias de vida que le alimentaran el espíritu y lo humano, que su linaje no sería mi ínfimo poder y autoridad, si no su potencial sensibilidad ante la vida que durante el trayecto de la existencia estaría en mi labor dimensionar.

Pensarme  en resignificar el papel el proveedor en relación con el hijo, fue mi tabla de salvación, esa que me permitió incomodar a los otros  que me decían con tono casi desafiante que ahora si era un hombre y que debía seguir el patrón que ellos encarnaban. Pues no, mi apuesta sería otra, pondría a jugar a favor  de mi transformación la autoridad y el poder del padre que me envestía y era mi decisión de padre que  empezaría a plantearme el reto de ser proveedor  emocional y de afecto y que como referente de masculinidad para ese varón que era el hijo, me convertiría en un hombre diferente,  que cerraría sus oídos a los mandatos de la masculinidad tradicional, que se disponía a cerrar los ojos para no leer y desobedecer el libreto que la sociedad tenia escrito para mí como padre.

Es así como un día 18 de junio del 2000 me hice padre y nació en mi la posibilidad de resignificar mi existencia como hombre, se empezó a delinear para mi la silueta de otra masculinidad posible, la misma que unos años después, el 27 de febrero de 2002;  empezó a cobrar color cuando ya siendo padre de un varón me hice padre de una hija… y si el hijo me hizo pensar en que podía ser un hombre diferente,  ella, la hija,  me regalaría la posibilidad de que emergiera desde esa masculinidad la dimensión de la  humanidad que estaba  acallada en mi ser hombre, conciliándome con la ternura del cuidado y llevándome de la mano a entender el mundo femenino que estaba dispuesto para ella y había sido negado para mi… pero esa puede ser otra historia.            

sábado, junio 13, 2020

COVID 19 la puntada que le permite hilvanar a los hombres una revolución desde el mundo de lo doméstico


COVID 19 la puntada que le permite hilvanar a los hombres una revolución desde el mundo de lo doméstico.

Por Román Alexis Huertas Montoya




¿Es esta pandemia mundial, el evento crucial que puede marcar la revolución de lo doméstico desde los hombres?

Sin lugar a dudas el episodio histórico que deriva de la aparición del Covid 19 en el mundo trae consigo un remesón para la humanidad y todos sus constructos.  Con la llegada del virus fue posible evidenciar las falacias que veníamos disfrazando de progreso y se pudo desnudar la miseria que hemos vestido de desarrollo. El hambre creciendo en América Latina y el Caribe,  cuando en 2018 llegó a afectar a 42,5 millones de personas, el 6,5% de la población regional  (FAO, FIDA, OMS, PMA, & UNICEF, 2019). Siguiendo la tendencia al alza que se registra desde 2015 en América Latina, un 30,1% de la población de la región se encontraba bajo la línea de pobreza en 2018, mientras que un 10,7% vivía en situación de pobreza extrema, tasas que aumentarían a 30,8% y 11,5%, respectivamente, en 2019, según las proyecciones de la CEPAL. Por último, si bien el gasto social aumentó de 10,3% a 11,3% del PIB entre 2011 y 2018, alcanzando a 52,5% del gasto público total, resulta inquietante constatar que justamente aquellos países que enfrentan mayores desafíos para cumplir las metas de la Agenda 2030, son los que presentan niveles más bajos de gasto social. (NU. CEPAL, 2019) 

Avances tecnológicos, lenguajes técnicos, indicadores, dimensiones, calificaciones, umbrales, una suerte de artilugios que han servido para “entallar”  ese vestido del progreso y el desarrollo  que le hemos puesto a la miseria humana. Un vestido cuyo sastre hemos sido los hombres, y se diseñó a la medida del patriarca y con los adornos del machismo, donde debemos reconocer que ha sido confeccionado con las telas de la desigualdad, el ropaje necesario para cubrir las brechas y las violencias que permiten hacer gala y  darle largas a la dominación masculina.  Las mujeres ganan 17% menos que los hombres por hora trabajada y aunque han aumentado su presencia en el mercado laboral, aún están lejos de la igualdad. “El problema de las brechas de género está asociado al de la pobreza”, las desigualdades son más pronunciadas entre el 20% de trabajadores de ingresos más bajos, o entre los autoempleados rurales. 
“El grueso del trabajo de cuidado de personas en el mundo es realizado por cuidadoras y cuidadores no remunerados, en su mayoría mujeres y niñas pertenecientes a grupos socialmente desfavorecidos”. Esto obliga a las trabajadoras a buscar flexibilidad en sus arreglos laborales, y “tienden a tomar empleos en inferioridad de condiciones frente a los hombres y con un menor poder de negociación”. (OIT, 2019)

Esta pandemia pone de frente un debate moral sobre la vida y la productividad, es  imposible no sentirse en medio del desfile del emperador del famoso cuento de Hans Christian Andersen, donde hemos aplaudido por décadas la deshumanización de nuestras sociedades, la precarización de nuestra cultura por el miedo de ser tachados como ignorantes al ir en contravía del ropaje del individualismo, las calzas de la competitividad, las casacas de la acumulación  y los mantos del progreso, que lleva nuestro emperador soberbio y arrogante, “el capitalismo”.  Y donde hoy el COVID, es ese niño del cuento de Andersen que nos muestra la desnudes del emperador y nos sintoniza ya no con esos aplausos pero si con cacerolazos, para cuestionar si seguimos “viendo” en ese ropaje el traje del futuro, o si debemos aventurarnos a ser los modistos de un nuevo atuendo con hilos de cooperativismo, botones de solidaridad y amarres de lo colectivo. 

Hoy debemos preguntarnos: ¿se agotó la certeza del hombre como sastre de nuestra sociedad? ¿Seremos los hombres y la sociedad en general capaces de asumir con coherencia los nuevos hilos del sastre? Finalmente la incertidumbre del ahora mundo global confinado por la pandemia, lleva a los hombres al encierro, deshabitando lo público y con ello al reencuentro con lo privado, lo doméstico,  resultando ser esto un motor para esta generación que vive el fenómeno desde un activismo virtual que se pronuncia para promulgar nuevos comportamientos, renegociar acuerdos de familia y pareja, y confrontando el salvaje mundo estructural de la economía y la política, a sabiendas que no tenemos nada, ni siquiera miedo, y que en virtud de la virtualidad ahora reinante se pueden dejar de lado algunas  (si no muchas) diferencias de clase, de distanciamiento generacional.  Entendiendo que si la vida misma está en juego por un virus, todo se puede desafiar con el fin de reconfigurar la sociedad y que eso pasa por interpelar al sastre y preguntar qué es ser hombre en medio de la sobrevivencia de la especie, en el inmediato y necesario coexistir en medio de la pandemia 

Al vernos enfrentados al confinamiento por causa de la pandemia, los hombres hemos tenido que replantearnos los significados de la crianza, del bienestar, del cuidado, de la mutua dependencia en la convivencia y del poder que trae implícito lo doméstico. Es como si el mundo, el destino y la misma naturaleza nos permitiera darle vuelta a nuestra prepotencia masculina, al significado de nuestro ser social, llevándonos de ser los  sastres del mundo, la cultura, la política y la economía,  a ser los humildes modistos de nuestro posible buen vivir en nuestra casa, con la familia, la pareja, los hijos y las hijas.   

La trampa del emperador que hemos vestido por siglos sigue presente y se materializa en la idea de que esto va a volver a la normalidad, de seguir aplaudiendo una reactivación del mismo modo de ver el vestido que cubre nuestra miseria humana, disfrazando el sin futuro desde las migajas de sobrevivencia que deja caer el emperador para el pueblo. 

El COVID 19 nos regalo un momento para que múltiples luchas,  cual botones del mismo traje encontraran que sus diversas necesidades son reducidas y sometidas en los mismos  ojales que diseño el mismo sastre del patriarcado y el capitalismo. A los hombres nos permitió evidenciar que en nuestras manos está la capacidad de determinar que el patrón de nuestro propio corte debe tener nuevos colores, que desde lo simple en lo doméstico nos lleve a lo complejo de lo estructural, reinventando el traje, el sastre y a la humanidad que se viste.  

La virtualidad en el confinamiento nos hizo sentir que la globalización es también capaz de juntar a los hombres en sintonía con la esperanza, la alegría, la voluntad por el cambio, donde el encierro nos abrió al mundo interior, al mundo doméstico,  al tejido con otras luchas, sin idiomas, quitándole puntadas a los privilegios y generando amarres por la igualdad desde las necesidades.

Utilizando la jerga del modisto, el hilvanar responde a unir temporalmente las piezas de un vestido para ser probadas y luego coserlas. Así mismo está pandemia a los hombres nos permite hilvanar  y de  manera temporal juntar las incomodidades que obedecen a la masculinidad tradicional, las nuevas conexiones con la vida representadas en el mundo doméstico de la crianza y el cuidado. Un asomo experimental de la revolución posible que estamos en capacidad de gestar los hombres solo si logramos entender que en lo doméstico, desde nuestro rol, podemos ser agentes de la transformación al renegociar las responsabilidades y desvirtuar los privilegios que se nos asignaron por nuestro sexo,  y al ser representantes del sastre que viste al emperador. 

martes, marzo 03, 2020

Arreglos de Género: Fractal y encrucijada de la negociación de la sexualidad durante conflicto armado.



Arreglos de Género: Fractal y encrucijada de la negociación de la sexualidad durante conflicto armado.
 Por Román Alexis Huertas Montoya

"Preparado para presentar en el Congreso 2018 de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Barcelona, España del 23 de mayo al 26 de mayo de 2018"





La Fundación Ideas para la Paz FIP y el International Development Research Centre - IDRC de Canadá, durante la investigación sobre condiciones de seguridad de población LGTBI en regiones colombianas afectadas por  conflicto armado indagando por las continuidades y discontinuidades de violencias por razones de género y orientación sexual, logra identificar de cara al proceso de construcción de paz - que se sitúa en la implementación de los acuerdos firmados con las FARC EP- pistas  de como acercarse y responder a la necesidad de promover y garantizar los derechos de las personas LGBTI en Apartadó, Tumaco y Bajo Putumayo (Puerto Asís y San Miguel). Territorios que experimentaron de manera particular y exacerbada las situaciones del conflicto armado.
El proceso diagnóstico que permite identificar condiciones de seguridad de personas con identidades de género y orientaciones sexuales no hegemónicas o disidentes[1]  a quienes se refiere como la población LGBTI, muestra que se puede establecer la existencia de factores asociados en la ocurrencia de las violencias que sufren las personas con dichas identidades de género y orientaciones sexuales; llevando  a reflexionar en el marco de la investigación sobre qué ha significado para estas personas, afrontar las condiciones de vida que se dieron durante el conflicto armado y los retos que subyacen en la transición hacia el posconflicto. De alguna manera es la oportunidad de aproximarse a las vicisitudes propias de emerger y asumirse como sujeto político con una identidad de género y orientación sexual no hegemónica entendiendo que esto interpela la lógica que disciplina/controla la reproducción y el cuerpo; haciendo del sexo y el deseo sendos dispositivos que confrontan el orden, Cabezas y Berná (2013) reafirman “la sexualidad como producto pero también productora de relaciones de poder, cuyo análisis revela problemas políticos centrales para comprender las violencias sexo-genéricas y otros problema políticos contemporáneos” (Cabezas, A.; Berná, D. 2013. pp.774).


METODOLOGÍA

Este propósito ha implicado retos metodológicos en cuanto a la búsqueda de ejercicios que permitieran hacer una labor interpretativa del pasado, que cumplieran con los criterios de ser eficientes en los tiempos de la investigación, coherentes con las posibilidades territoriales y pertinentes en términos de seguridad y acción sin daño.
Metodológicamente alcanzar ejercicios de reconstrucción de memoria con la población LGBTI; que permitiera entender que implicó la acomodación en los diferentes momentos o transformaciones del conflicto;  pasó por afrontar retos frente a la construcción de confianza en el abordaje de temas de violencia sexual, el generar credibilidad en el proceso en función de garantizar la permanencia durante la investigación y contrarrestar factores de riesgos derivados de la participación en la visibilización de las condiciones de seguridad y ciudadanía que deben sortear las personas LGBTI en función de los arreglos de género (Centro Nacional de Memoria Histórica. 2017).
La aproximación a la población LGTBI se hizo con la mayor prudencia, entendiendo que antes de visibilizar a las personas era necesario establecer las condiciones de seguridad que se dan de acuerdo al orden local en cada territorio, rastreando episodios de violencia, amenazas y delitos que involucraran a dicha población.  Igualmente fue importante reconocer la relación que se da desde la institucionalidad del estado, para con las personas o movimiento LGBTI, identificando la existencia de políticas, programas, proyectos y medidas institucionales que permitan la caracterización, registro y atención de esta población.
Así, siguiendo pasos en una misma ruta, se inició indagando en las conversaciones con actores clave (funcionarios del estado, cooperantes, líderes y lideresas) que menciones se hacían de personas LGBTI en el territorio. En la medida en que aparecían detalles en las conversaciones, se logró levantar información de referencia sobre esta población: aspectos de su dinámica, lugares donde ubicarles, iniciativas o procesos organizativos en los que participan y personas líderes de la comunidad.  
Contando con una primera información de referencia, el paso a seguir en la ruta fue lograr la identificación de las personas, los procesos e iniciativas de organización social en torno a la población LGBTI, bien desde los escenarios de ocio/socialización, las expresiones artísticas, folclóricas o religiosas y consecuentemente los procesos de participación, formación política e incidencia. 
Por último y como máximo nivel de aproximación se estableció el contacto, es decir la posibilidad de hacer un abordaje directo que permitiera contar con narrativas y experiencias de vida de las personas LGBTI que habitan los territorios; que pudiera hacer inferencias con un mayor nivel de validez al querer definirles como actores sociales.         
La ruta de aproximación marca una búsqueda de señales de reconocimiento local de las personas LGBTI que finalmente se concretó en una escala de posibilidades para encontrar información sobre cada una de las iniciales del acrónimo:

REFERENCIA: información con detalle de personas que se asumen LGBTI, constituyendo esto en un mínimo del reconocimiento por parte del territorio hacia estas identidades.

IDENTIFICACIÓN: Lograr identificar personas que se reconocen bajo alguna de las siglas del acrónimo.

CONTACTO: Abordaje directo y personal para indagar sobre su actuar como actor social. En cada territorio las condiciones particulares fueron determinando las posibilidades para reconocer a las personas que responden a cada sigla del acrónimo.  Apartadó cuenta con un proceso emergente donde confluyen personas LGBTI que buscan fortalecer su iniciativa organizativa. Tumaco cuenta con una organización LGBTI que reseña el proceso de organización social desde mediados de los años 80, y a la fecha promueve un enfoque LGBTI territorial, étnico -afro. En el Bajo Putumayo existen referencias de población e iniciativas organizativas LGBTI en el municipio de Puerto Asís –ninguna con éxito-.
Aun contando con experiencias de iniciativas de organización social en los tres territorios, no fue posible en todos los casos identificar y hacer contacto con personas que se identifiquen con cada una de las siglas del acrónimo. Dejando situada la pregunta de ¿por qué es posible reconocer algunas identidades/orientaciones y otras no?

Posibilidades de: referencia, identificación y contacto de personas LGBT.
La validez o no como actor social de las personas Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales, en contextos permeados por el conflicto; encuentra un principio y punto común de partida para asumirse legítimo en cualquier relación, el ejercicio del reconocimiento.
De allí que cobre sentido en el levantamiento de información inicial en cada uno de los territorios, la búsqueda de señales de reconocimiento en una escala de posibilidades de encontrar información para cada una de las iniciales del acrónimo.
Apartadó
Bajo Putumayo.
Tumaco
LESBIANAS
Contacto
Referencia
Contacto
GAIS
Contacto
Contacto
Contacto
BISEXUALES
Contacto


TRANSEXUALES
Contacto

Referencia
INTERSEXUALES




Las posibilidades de referencia, identificación y contacto de la población LGBTI en cada territorio, favoreció el levantamiento de información, por ejemplo, con la elaboración de cartografías de riesgo y percepción de lugares seguros o inseguros para la población LGBTI de manera desagregada y la triangulación de esta información con datos arrojados por una encuesta de percepción de seguridad y tolerancia de las violencias basadas en género que se aplicó a diferentes grupos poblacionales. Esta triangulación de información mejora la comprensión territorial de factores asociados a las violencias que sufren las personas y como se establecen las condiciones de seguridad para población LGBTI.
  
HALLAZGOS
El rastreo de los antecedentes normativos llevó a reconocer como en Colombia durante casi 50 años, entre las décadas de 1930 y 1980 las expresiones homo-eróticas eran un delito de acuerdo al código penal colombiano, -el artículo 324 señala: “El que ejecute sobre el cuerpo de una persona mayor de diez y seis años un acto erótico-sexual, diverso del acceso carnal, empleando cualquiera de los medios previstos en los artículos 319 y 322 está sujeto a la pena de seis meses a dos años de prisión. En la misma sanción incurren los que consumen el acceso carnal homosexual, cualquiera que sea su edad” (Congreso de la República de Colombia, 1936) -, como correspondía a una sociedad conservadora y tradicional que devenía de principios y valores morales judío cristianos, que determinaban los órdenes de género desde lógicas patriarcales y la valoraciones sobre el ser hombre y ser mujer estereotipados desde símbolos culturales coherentes al dogma dominante y desde una noción dicotómica/disociada de la sexualidad;  que se reconoce desde su argumentación en el ámbito reproductivo o su referencia a propósito de la trasgresión de las “buenas costumbres”, pasando por  lo inmoral, antinatural y pecaminoso.
Si bien Colombia como país despenaliza la expresión homo-erótica en 1986, y ratifica el reconocimiento de la garantía de derechos a personas con identidades de género y orientaciones sexuales disidentes en la constitución nacional de 1991 en sus Artículos 13[2] y 16[3];. Estos eventos de orden nacional coinciden con el recrudecimiento del conflicto armado en territorios como Apartadó, Tumaco y Bajo Putumayo; marcando aquí fractales de la realidad en la negociación de la sexualidad en función del lugar donde se habita y los actores que determinan el orden local
Esto significó, que el impacto de las adecuaciones y modificaciones de orden normativo, jurídico y legislativo experimentado como país, impactara de diferente manera las ciudades capitales: Cali, Barranquilla, Medellín y Bogotá.  Donde se dio un espaldarazo e impulso a la organización social en función de exigencias como sujetos de derechos y en ejercicio de la ciudadanía. En contraste con zonas rurales; alejadas, con baja eficacia por parte del estado, en zonas de frontera y con un alto impacto del conflicto armado. Allí donde finalmente la posibilidad de existencia y reconocimiento se dio de acuerdo a la regulación, control y margen de negociación con el actor armado que hacia presencia y mayor influencia local. 
De acuerdo con lo expresado por Naciones Unidas: “Son importantes las características específicas del contexto de cada país y situación. La situación no es necesariamente la misma para las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero (e intersexual), a pesar de que los derechos humanos son inherentes a todas las personas sin distinción; la situación no es homogénea sino heterogénea.” (ONU. 2017. pp 8).

Desde los antecedentes normativos que como país se evidencian, es posible situar una referencia sobre aspectos que marcan los órdenes locales y como en la realidad territorial se llega a determinados arreglos de género y negociaciones en cuanto a las expresiones de las identidades y la orientación sexual.  Bajo la lente de los arreglos de género, es posible interpretar la paradoja que resulta al analizar el devenir del sujeto criminalizado y patologizado como lesbianas, gais, bisexuales, trans; que durante el conflicto crecieron obedeciendo a múltiples determinantes de vida: pobreza, inequidad, negación del reconocimiento, falta de respeto por la vida. Y que actualmente afrontan la posibilidad de ser reconocidos como sujetos políticos, portadores de derechos y sujetos activos en la dinámica social.  Determinar la posibilidad de su reconocimiento, el desarrollo humano, desarrollo económico y su agenciamiento social como LGBTI, pone en el centro los arreglos de género y alrededor de ellos la encrucijada que se configura al reconocer las múltiples concesiones, renuncias e intercambios por parte de las personas LGBTI; ante los diferentes actores sociales para poder expresar y vivir su sexualidad.


“… me pasó a mí con mi pareja, ella venía de Bogotá y mis compañeros una vez supieron que yo era lesbiana, yo trabajaba en la misma universidad en la biblioteca; inclusive la misma bibliotecóloga me dijo, tienes que tener cuidado no tienes que hacer demostraciones de cariño acá porque acá los matan. Fue lo primero que me dijo”. Grupo Focal  Lesbianas -Apartadó
La investigación ahonda en arreglos de género, y arroja diferentes lecturas del control que los actores armados ejercieron para regular la vida en cada territorio, afectando de manera diferente las relaciones humanas, la sexualidad y la expresión de género de personas LGBTI. Muchas veces representando alguna funcionalidad de estos sujetos con orientaciones sexuales no hegemónicas que era aprovechada por el actor armado dominante, en cuanto a servirle para la demostración de poder, las expresiones de prácticas violentas como castigo a la contravención de los arreglos de género estipulados y la regulación desde el amedrentamiento y la amenaza de lo diferente. 

“con respecto a los narcos, por lo menos, le pagan a un gay hombre para que sea el mejor amigo de la mujer… tenía que ser un gay bonito, bien pulcrito, y que se le notara bastante que era gay. O sea, como dice vulgarmente, que botara la pluma, para que estuviera con su mujer”.

Acerca cuando los “paras” tenían mayor presencia en el casco urbano. Había muchas casas abandonadas de guerrilleros y para ese entonces un hombre gay del pueblo concertó con algún guerrillero poder usar su casa abandonada. El guerrillero accedió, el hombre gay habito algún tiempo esta casa; hasta que fue señalado por los “paras” como auspiciador de la guerrilla y fue brutalmente asesinado
Entrevista líder Gay -  Bajo Putumayo


 En este sentido, es posible referenciar como la negociación de la sexualidad en un territorio como Apartadó, que ha experimentado varios procesos de desarme y desmovilización con diferentes actores armados entre guerrillas[4] y  paramilitares [5]; se perdió de vista el impulsar procesos de transformación cultural que desnaturalizara o contrarrestara la incorporación de determinadas prácticas asociadas a  un orden de género que responde a estereotipos de masculinidad y feminidad desde la expectativa y demanda de modelos  guerreros de masculinidad para los hombres, y de valoraciones de una feminidad tradicional expresada desde las estéticas narcotraficantes para las mujeres.

“bueno, la sociedad ha creado unos estereotipos, donde el marica debe ser cocinero, debe ser lavandero, debe ser estilista. No es, es una profesión, ojo, porque hoy para eso están las universidades, están para ser un chef de cocina, ser un estilista, ¿sí?, pero la sociedad aún en el territorio ve que los gays debe ser el mandadero, el cocinero; la cocinera Entrevista líder LGBT -Tumaco
Esta condición propia de Apartadó arroja como una posible consecuencia de la reproducción de dichos paradigmas de género; que en la actualidad se muestre un cierto status de ciudadanía LGBTI.  Y al intentar sustentar coherentemente un status de ciudadanía se hace necesario reconocer que tanto se cumple con los elementos constitutivos de la ciudadanía, que de acuerdo con García y Lukes (1999) se refieren a la posesión de derechos; la pertenencia a una comunidad o cultura nacional y la participación en la vida pública como grupo social. (Citado en Cabello. 2014. pp 29).  Así el status de ciudadanía referencia en estos territorios hace precaria su participación y reconocimiento como actor valido en la interlocución de temas públicos como la seguridad, la inversión social y el acceso a recursos. Situando a las personas LGBTI en lugares comunes a los estereotipos del hombre gay estilista, la mujer lesbiana camuflada en una vivencia como mujeres hetero de avanzada, abiertas a un ejercicio la sexualidad más liberal; y unas mujeres trans destinadas a sobrevivir en ejercicio de prostitución.

Desde dichas enunciaciones sortean el bullyng cotidiano infringido por “la gente de bien”, el chantaje/explotación sexual y el robo a manos de las pandillas en los barrios por ser un hombre gay, como mujeres lesbianas implica sufrir el acoso sexual sustentado en fantasías estereotipadas de los hombres en los espacios públicos, la discriminación en entornos laborales y la amenaza de sufrir violencia correctiva. En cuanto a las mujeres trans, ellas deben sobrellevar la discriminación, la explotación sexual y la prostitución; adecuando sus rutinas de vida a la noche y la asignación de espacios públicos específicos para su visibilidad, movilidad y comercio.
Las negociaciones alrededor de los arreglos de género durante el conflicto armado no se dan de la misma manera y bajo la misma lógica en todos los territorios. Las situaciones cotidianas específicas que dan forma a las realidades experimentadas por hombres y mujeres se encuentran asociadas al nivel de incidencia que puede llegar a tener diferentes actores en los territorios.
“Yo estuve como en tres limpiezas que hicieron, y supe que una de ellas fue armada por un grupo de vecinos que se armó para sacarlos. Y eso fue en el Obrero que se estaba llenando de población LGBTI en el parque de ellos, entonces los vecinos no les gustó, se armaron y empezaron a matarlos ahí en el mismo parque. Lo otro, ya era de los paramilitares, y lo otro si no, estaba más chiquita, porque no me acuerdo, o no le puse atención tampoco”.
Entrevista Líder Lesbiana Apartadó 

La experiencia de un territorio como Tumaco, muestra que a partir de sufrir los efectos catastróficos de un Tsunami -diciembre de 1979-, que arrasó una parte importante del poblado, la comunidad emerge como actor clave, que posee una identidad colectiva como pueblo afro y que asume la responsabilidad de reconstruir el tejido social. Bajo este escenario algunos jóvenes gais de la época entran en la negociación de un arreglo de género que les hace posible visibilizar su orientación sexual alrededor de los grupos artísticos que fomentan la reconstrucción social a partir de la recuperación de expresiones culturales de danza, cantos/alabados, ritos fúnebres y el arreglo de altares.
“con un grupo de compañeros y amigos de Tumaco, pero también de otros municipios y veredas que llegaron al territorio, por muchas razones llegaron aquí muchachos. Entonces tenemos el caso de un compañero también de la comunidad,  bailarín, gestor cultural, igual también con mi persona, entramos a nutrir esos espacios culturales, que fue un espacio que nos abrió la puerta, fue el espacio que nunca nos preguntó, nunca  nos cuestionó. (...) como las consentidas, los consentidos de los grupos, los muchachos. Y ahí fuimos creciendo, pero también fuimos también estudiando, preparándonos para la vida. Entonces ahora son maestros, docentes, y que hoy simbolizamos para las nuevas generaciones un ejemplo de vida.”
Entrevista líder Gay Tumaco 

Actualmente los procesos organizativos de la comunidad LGBTI en Tumaco, responden a un enfoque étnico racial y son impulsados/liderados por algunos de los jóvenes gais de aquella época de la reconstrucción de Tumaco. Desafortunamente, las condiciones que se dieron en ese momento solo abrieron esa oportunidad de negociación para los hombres gais; dejando por fuera al resto de representaciones del acrónimo, principalmente las mujeres lesbianas y personas Trans.         
Las negociaciones alrededor de los arreglos de género hacen pensar en qué consistió/como se dio la transacción por parte de las personas LGBT. Ante la posibilidad de existir y ser, se terminó cediendo en garantías de vida, libertad de expresión desde las identidades de género e incluso llegar a aceptar el ser relegados/as a ciertos espacios sociales, muy cercanos a la criminalidad y las economías ilegales.

                                           “pero que yo mire a mi hija, que le guste otra mujer, huy no a mí me preocupa eso hartísimo…. de pronto ella se enamora de esa otra mujer y ¿qué hogar ella va a tener? Vivir dos mujeres, no pueden tener hijos, es imposible” Grupo focal mujeres Puerto Asís
Factor que muestra un cierto status de ciudadanía, que si bien se anticipa  “precario” en su alcance de incidencia e incluso en su efectiva participación en los asuntos públicos como la seguridad; sí se presenta funcional a la dinámica impuesta por el  actor armado que regulaba el territorio, y que asumió mantener un determinado orden de género que obedece en algunos casos,  a acuerdos previos sobre los roles y la sexualidad de hombres y mujeres; argumentados desde postulados religiosos y bajo el estigma de la patologización.

Hombres gais que fungían como personas de compañía de esposas y mujeres de los narcotraficantes y paramilitares, cumpliendo una labor de control sobre estas mujeres, bajo el sofisma de los arreglos estéticos necesarios para exaltar su feminidad de manera permanente.
Mujeres lesbianas que sirvieron/sirven para proyectar en ellas y sobre su cuerpo, las “fantasías masculinas”; aquello que los hombres desean cumplir desde su sexualidad, respondiendo a un modelo de masculinidad que implica la disposición irrestricta de su cuerpo para la insinuación de encuentros sexuales bien desde el argumento de una sexualidad más abierta “open mind” o bajo el sofisma y/o amenaza de la violencia correctiva.
Por su parte las personas Trans - principalmente mujeres Trans-, son arrinconadas no solo por la discriminación en función de su expresión de género. Además, sufren y viven bajo el estigma de la prostitución, relegadas a la noche como posibilidad de expresarse más libremente en el espacio público y en dinámicas que en muchas ocasiones puede ser asociada con las economías ilegales. 

Finalmente, allí se materializa la encrucijada en la negociación de la sexualidad, las condiciones de seguridad se van a dar en la medida de ceder condiciones para el ejercicio de la ciudadanía y la garantía plena de derechos. Los resquicios donde los órdenes locales les permitieron existir a las personas con orientaciones sexuales no hegemónicas  durante el conflicto; son a su vez conquista de una lucha de resistencia por ser disidente de una sexualidad hegemónica y el de otro lado el estandarte del sometimiento que hoy portan y desde donde hoy deben protagonizar luchas por una ciudadanía plena y la exigibilidad de derechos que nunca se han garantizado, ni gozado; corriendo incluso el riesgo, de no salir del resquicio que  propicio el conflicto y asumirlo como caverna “segura” de una existencia enmudecida.
  
CONCLUSIONES
Hoy en Colombia luego de experimentar el desarme y la desmovilización de las FACR resultado del acuerdo de paz firmado con esta guerrilla, es posible aproximarse a una realidad oculta, sin registro, sin memoria, en territorios lejanos, fronterizos y con dinámicas urbano/rurales. Esta posibilidad permite identificar sendas brechas entre la proliferación de normas y medidas jurídicas sobre asuntos LGBTI, su reglamentación y aplicación. Y aunque existan desarrollos en referencias normativas nacionales que impulsan dicho cambio, alcanzando otro lugar de enunciación cultural, aún prevalecen paradigmas anclados en el colectivo social que se sustentan en el binarismo de género, la heteronormatividad y el cisgenerismo[6]. Consecuentemente las transformaciones culturales desde las prácticas, así como el cuestionamiento de los paradigmas y estereotipos de género no responden a los cambios que se impulsan y garantizan desde las normas.
A la luz del Acuerdo de Paz fue posible como país develar una dura realidad, la guerra ha servido de incubadora perfecta para mantener, reproducir patrones de género discriminatorios, que favorecen la exclusión y que fueron establecidos antes del conflicto armado. Aprovechados por el actor armado para la demostración de su poder, la regulación de las relaciones, vidas y cuerpos de hombres y mujeres. En algunos casos demostrando brutalidad, sevicia y desborde en la expresión violenta en sus dispositivos de regulación, que terminaron siendo argumentados desde la eficacia en el cumplimiento del orden “los valores y las buenas costumbres”; dejando la sensación de la efectividad del castigo y con esto una errada noción/sensación de justicia. Coincidiendo esto con lo expresado por la Defensoría del pueblo, cuando sostiene que el ordenamiento social de nuestro país esta soportado por las relaciones, roles y comportamientos de género; que subyacen en la construcción colectiva de todos y todas; produce estereotipos y prejuicios que se ven fortalecidos en los territorios y zonas donde se ha desarrollado el conflicto armado (Defensoría del Pueblo, 2015).
La inclusión del enfoque de género en el acuerdo de paz, despertó la reacción de los sectores sociales religiosos, más conservadores y tradicionales;  que mantienen posturas radicales frente a la sexualidad, las expresiones de las identidades de género y la garantía de los derechos de la población LGBTI, demostrando como al correr el velo de la guerra se hicieron presentes negociaciones de un mayor espectro frente a los acuerdos de género, haciendo evidente que lo acontecido en los territorios es un fractal de la realidad de un país que a nivel nacional se está jugando un nuevo orden, con nuevos actores políticos, pero también nuevas estructuras criminales que llegan donde antes estaban las FARC y donde aún no hace presencia efectiva el estado colombiano. En este reordenamiento los temas relacionados con los derechos de la población LGBTI que en su momento estaban en favor de garantizarlos era estrategia para conseguir adeptos políticos y generar movilización social; hoy juegan en un sentido contrario, se atraen adeptos en las contiendas electorales prometiendo limitar las libertades y el reconocimiento de derechos LGBTI. 
La encrucijada es total, los arreglos de género que están en negociación ante la transacción a unas minorías que representan a un sujeto político, que en menos de 40 años pasó de la criminalización, a la garantía de derechos, y desde este lugar de enunciación se pone frente a una sociedad amenazante, que sigue ofreciendo en la negociación lugares marginales a cambio de hacer efectivo algún nivel de reconocimiento. Un lugar del cual no se puedan escapar y sirvan para exorcizar los miedos que tenemos como sociedad a una humanidad diversa.


BIBLIOGRAFÍA
·         Cabezas, A.; Berná, D. (2013). “Cuerpos, espacios y violencias en los regímenes biopolíticos de la Modernidad. De maricas y homosexuales habitando “lo femenino”. Política y Sociedad, Vol.50 Núm. 3 771-802
·         Centro Nacional de Memoria Histórica. (2017). La guerra inscrita en el cuerpo. Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica.
·         Constitución Política de Colombia. (1991). Gaceta Constitucional No. 116. Bogotá, Colombia. 20 de julio de 1991.
·         Defensoría del Pueblo. (2015) Informe de la defensoría del pueblo “Voces Ignoradas”, La situación de personas con orientación sexual e identidad de género diversas en el conflicto armado colombiano. Bogotá. Defensoría del Pueblo
·         Congreso de la República de Colombia. (1936). Ley N° 95, 1936: Sobre el Código Penal. Sistema único de información normativa. Bogotá, Colombia. Abril 24 de 1936
·         Maya L. (2016). La otra cara de la exclusión: las victimas LGBTI del conflicto armado colombiano (Tesis de pregrado). Universidad del Rosario. Bogotá. Colombia.
·         Organización de las Naciones Unidas – ONU. (2017). Informe del Experto Independiente sobre la protección contra las violencias y la discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género. A/HRC/35/36. Consejo de Derechos Humanos 35°. Nueva York. periodo de sesiones 6 a 23 de junio 2017. Disponible en http://www.movilh.cl/wp-content/uploads/2018/01/PrimerInformeLGBTIExpertoInpendienteONU2017.pdf  
·         PNUD/PGA. (2017). Promoviendo los Derechos Humanos y la Inclusión de las Personas LGBTI: un Manual para los Parlamentarios y las Parlamentarias. Disponible en: http://www.pgaction.org/inclusion/pdf/handbook/es.pdf





[1] Se utilizará la expresión no hegemónica o disidente para señalar la existencia de identidades sexuales que se apartan de las normas que prescriben la heteronormatividad. En Maya L. (2016). La otra cara de la exclusión: las victimas LGBTI del conflicto armado colombiano (Tesis de pregrado). Universidad del Rosario. Bogotá. Colombia.
[2] “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica” (Constitución Política de Colombia. 1991)
[3] “Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico” (Constitución Política de Colombia. 1991).
[4]Año 1991 Desmovilización del Ejército Popular de Liberación EPL. Año  2017 Desmovilización de las Fuerzas  Armadas Revolucionarias de Colombia FARC  
[5]Año 2006 Desmovilización de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá.
[6] Termino que hace referencia a personas cuya identidad de género y su expresión de género coinciden con el sexo que se le asignó al nacer y con las expectativas sociales relacionadas con su género (PNUD/PGA. 2017).