miércoles, agosto 05, 2020

Mapeo y seguimiento de grupos de hombres e iniciativas de masculinidades en Colombia

Mapeo y seguimiento de grupos de hombres e iniciativas de masculinidades en Colombia 

Por Román Alexis Huertas Montoya



                         

Comparto una elaboración que surge a razón de mi trabajo en diferentes zonas del país y que se viene alimentando desde el año 2005. Es una herramienta útil para la referencia de trabajos de masculinidades en agrupaciones de hombres, mixtas, de iniciativas comunitarias y de origen en proyectos de organizaciones, fundaciones e instituciones en Colombia. 

El mapa que les comparto es el acumulado de información que a lo largo de 15 años he encontrado trabajando con organizaciones y grupos de masculinidades a lo largo y ancho del país. He tenido la fortuna de conocerlas de cerca casi a todas las experiencias referidas, es una información por fuentes directas, primarias y en algunos casos por fuentes secundarias que igual pueden ser corroboradas, rastreadas y que demuestran el accionar del tema desde los territorios.

El mapa seguirá en construcción y en actualización. Hasta el momento presenta la información en cinco capas:

  • Año 2005 Grupos de Hombres y Masculinidades Colombia
  • Año 2009 Grupos e Iniciativas de Masculinidades Colombia
  • Año 2011 Red Colombiana de Masculinidades por la Equidad de Género
  • Año 2016 Mesa Nacional de Masculinidades
  • Año 2020 Plataformas e Iniciativas de Confluencia en Masculinidades 

   
Aquí mapa en el link: 

  
Espero sea de utilidad y en caso de que ustedes cuenten con información para alimentar y actualizar el mapa por favor no duden en compartirla.





domingo, junio 21, 2020

Y un día te haces papá



Y un día te haces padre.
Por Román Alexis Huertas Montoya




Soy de esa generación que no tenía por buen habito planificar la familia,  como digo yo, soy  de “la paternidad espontanea”, de esos hombres que siguiendo la historia bíblica, tal y como le paso a José;  un día cualquiera amaneció y le llego la noticia de boca de su pareja que ella estaba embarazada, que ese hijo era suyo y que iba a ser padre. Pues bien, como muchos esa también es mi historia. 

En mi caso y para ese tiempo era solo un muchacho cuya única responsabilidad era sobrevivir y pretendía  terminar sus estudios universitarios, y de un momento a otro la cosa cambio… seria padre. Bien puedo escribir todas las vicisitudes de lo que implicó para un hombre joven de mi generación ese acomodarse a la condición del embarazo, pero esa es otra historia.

En esta oportunidad la historia arranca un domingo 18 de junio de 2020 (día del padre) cuando ya entrada la noche y tras casi 15 horas de trabajo de parto un médico  en la mitad de un pasillo de la clínica me llama y me dice: “nació un varón, usted es papá”.  La alegría desbordante propia  del momento, sumada a la inexperiencia en el cargo y la evidente poca practica reflexiva masculina de mi generación, no me permitieron entender todo lo que implicaría en mi vida esas dos frases… “nació varón”….”usted es papá”.

A las pocas horas el “usted es papá” fue materializándose en decisiones que como hombre de la familia  debía tomar, no solo sobre mi hijo, también sobre la madre, a cada interrogante que surgía frente a la alimentación, el traslado, las visitas, las adecuaciones locativas en el lugar de la vivienda,  el tiempo de sueño, de ocio, de trabajo, el nombre de la cría… siempre recaían sobre mi la miradas de todos y todas, esperando mi última palabra. En cada una de estas escenas fui entendiendo que el hacerme papá era valorado por los demás como el ratificarme hombre, en cada decisión me envestía desde su juicio un manto de poder y me sentía medido en su escala de autoridad. Y debo reconocer que para ese momento, pase de ser el chico universitario desprevenido que cuestionaba en la plaza de la universidad  pública las lógica del poder y de la autoridad, que entendía, hacen de la opresión del diario vivir de los pueblos a manos de las elites que se abrogan el derechos a decidir sobre ellos. Y empezar a sentir que al convertirme en padre yo mismo empezaba a encarnar las lógicas del poder y de la autoridad, y que eso de decidir por otro/a me hinchaba el pecho desde la hombría que se me señalaba.

Afortunadamente para mí, de la misma manera que empecé a sentir  y hacer uso de los privilegios del “pater-familias”  en el poder y la autoridad, también me di a la tarea de asumir de manera consiente las implicaciones de las responsabilidades adjuntas con el nuevo rol. Entonces, el asumirse padre era de plano instalarse en el rol del proveedor material, creo que eso por primera vez en la vida me hizo sentir miedo de ser hombre.  En aquella época como lo mencioné,  yo era solo un muchacho que jugaba a sobrevivir siendo “solo” y donde con una postura algo “anarka” me permitía establecer un estilo de vida que me argumentaba y tranquilizaba mi realidad económica… históricamente precaria y desde la cuna del proletariado explotado. Pero ser padre era enfrentarse a la tarea de garantizar el bienestar de ese hijo y de esa madre, era como cerrar el pacto histórico del patriarca en el marco del sistema capitalista…. Yo decido sobre lo que es de mi propiedad,  Mi hijo y Mi mujer, “los que yo mantengo me obedecen”.

Que difícil fue para mí sobre llevar estas cosas del “usted es papá”, eran situaciones que me incomodaban, siempre me resiste a ese tipo de jerarquías estando en la base de la piramide, y de repente como por arte de magia o mejor como consecuencia de un parto me iba instalando sobre otros;  y aquellos que yo señalaba por su pésimo ejercicio de la autoridad y el poder (según yo) ahora me veían como igual, se vanagloriaban de servirme de ejemplo… “porque míreme a mí,  yo empecé como usted y vea que saque esta familia adelante”… eso me decían,  y en cada uno de esos comentarios yo me escondía, porque yo no quería ser como ellos.

Pero la vida, el destino, me tenía una fórmula secreta que podía poner a jugar a mi favor, esa fórmula curiosamente estaba resguardada en la otra frase “nació varón”. Sin saberlo allí estaba la posibilidad de materializar o romper  el pacto del patriarca propuesto en “usted es papa”. Y es que claro mi hijo era un varón, el primogénito de mi linaje familiar, la extensión de mi precario abolengo.  Ese niño sin quererlo me llevaba a la praxis misma de mis discursos, a evidenciar mi inconformidad con el rol preestablecido,  a materializar los nuevos discursos que se gestaban en mi siendo hombre y ahora padre.  El hijo aún no lo sabe y tal vez no sea consiente de todo lo que su existencia me permitió reformular en mi vida, desde la misma paradoja de hacerme padre el día del padre de ese año 2000; para luego llevarme a revindicar  el ser proveedor,  cuando asumí que más que bienes materiales debía nutrir al hijo con experiencias de vida que le alimentaran el espíritu y lo humano, que su linaje no sería mi ínfimo poder y autoridad, si no su potencial sensibilidad ante la vida que durante el trayecto de la existencia estaría en mi labor dimensionar.

Pensarme  en resignificar el papel el proveedor en relación con el hijo, fue mi tabla de salvación, esa que me permitió incomodar a los otros  que me decían con tono casi desafiante que ahora si era un hombre y que debía seguir el patrón que ellos encarnaban. Pues no, mi apuesta sería otra, pondría a jugar a favor  de mi transformación la autoridad y el poder del padre que me envestía y era mi decisión de padre que  empezaría a plantearme el reto de ser proveedor  emocional y de afecto y que como referente de masculinidad para ese varón que era el hijo, me convertiría en un hombre diferente,  que cerraría sus oídos a los mandatos de la masculinidad tradicional, que se disponía a cerrar los ojos para no leer y desobedecer el libreto que la sociedad tenia escrito para mí como padre.

Es así como un día 18 de junio del 2000 me hice padre y nació en mi la posibilidad de resignificar mi existencia como hombre, se empezó a delinear para mi la silueta de otra masculinidad posible, la misma que unos años después, el 27 de febrero de 2002;  empezó a cobrar color cuando ya siendo padre de un varón me hice padre de una hija… y si el hijo me hizo pensar en que podía ser un hombre diferente,  ella, la hija,  me regalaría la posibilidad de que emergiera desde esa masculinidad la dimensión de la  humanidad que estaba  acallada en mi ser hombre, conciliándome con la ternura del cuidado y llevándome de la mano a entender el mundo femenino que estaba dispuesto para ella y había sido negado para mi… pero esa puede ser otra historia.