Estrategia de comunicación educativa para promover
masculinidades corresponsables y no violentas.
Román Alexis Huertas Montoya
Con el ánimo de aunar esfuerzos
para implementar las actividades en el Cooperative Agreement suscrito con USAID
para el programa Somos Comunidad y de acuerdo con su propósito de aumentar la
seguridad y la capacidad de resiliencia de las comunidades frente al crimen, la
delincuencia y la violencia se entiende como necesario impulsar la
transformación cultural sobre las normas sociales asociadas a la ocurrencia y
causantes de la violencia basada en género.
Así, se implementan
acciones dirigidas a diferentes grupos de interés: jóvenes, autoridades locales
de la ruta de prevención y atención de VBG y organizaciones de la sociedad civil,
con quienes se trabaja para la mejora de la cohesión social y el
fortalecimiento de los sistemas de seguridad local en 10 municipios del país. Allí
se hace necesario desarrollar una estrategia sobre masculinidades
corresponsables y no violentas que aporte a la transformación cultural en la
dirección de las normas antes señaladas.
Exposición del fenómeno problema
La intencionalidad enunciada en
el nombre de la estrategia, proyecta claramente los derroteros del fenómeno
problema que se quiere contrarrestar, entendiendo que son los hombres los
principales perpetradores de las violencias contra las mujeres y que deben ser
ellos protagonistas en la prevención de esta forma de violencia, de manera coherente
y consecuente se promueve la corresponsabilidad y la no violencia como nuevos
paradigmas de las normas, actitudes y comportamiento sociales esperados en los
niños y los hombres.
Delimitar o definir el fenómeno
problema desde la información asociada presente en cada municipio y acceder a la
comprensión que tiene sobre el fenómeno la comunidad local, posibilita perfilar
desde la evidencia empírica e identificar el desafío educativo que cada
territorio representa. Es necesario entonces reconocer datos de fuentes locales
de los índices de violencia física, psicológica, económica y política;
prestando atención a los informes de delitos sexuales contra mujeres, a la
frecuencia y agresores en los casos de violencias de pareja.
Estos datos, junto con la
percepción de las personas de la comunidad sobre el problema; nos brinda
claridad frente al fenómeno que queremos afectar con la estrategia. Y nos plantea el alcance del desafío
educativo que se puede agendar desde la comunicación. Lo anterior implica hacer
una revisión puntual de la información existente de cada uno de los 10
municipios previo al encuentro con participantes del grupo de interés para
desarrollar dialogo críticos y reflexivos. (jóvenes hombres).
Puntos de aproximación al fenómeno previstos por la estrategia:
1.El
rol central de los hombres en las violencias contra las mujeres conlleva a la
necesidad de generar esfuerzos por comprometer a los hombres y niños en la
erradicación de este fenómeno.
2.Diferentes
esfuerzos y campañas en la región impulsan a obtener más información territorial
sobre actitudes de género en hombres y niños que favorezcan la apropiación de
conocimientos sobre masculinidades corresponsables
3.Incorporar
un enfoque relacional de masculinidades y tener presente esta perspectiva en la
elaboración y formulación de planes y acciones para contrarrestar la violencia
contra las mujeres.
El trabajo territorial en los municipios.
La Estrategia de Masculinidades
Corresponsables y No Violentas inicio la ruta de territorialización
municipal en el siguiente orden: San Andrés de Tumaco, Santander de Quilichao, Sardinata
Norte de Santander. Cáceres, Caucasia en el Bajo Cauca, Carmen de Bolívar, San
Jacinto y El Guamo en Montes de María, Valencia-TierrAlta (https://www.google.com/maps/d/edit?mid=1GMuDvDte__PaNFOKYr7G9Ip-7V_c3Vxs&usp=sharing).
La participación de los hombres
jóvenes y de semilleros de género, masculinidades y/o iniciativas en
comunicación, brindaron los insumos necesarios para la identificación de los
tópicos de mensajes necesarios para diseño y definición de las piezas
comunicativas a desarrollar para que se promuevan la transformación de normas
sociales asociadas a la ocurrencia de la violencia basada en género que más
reconocen los participantes.
Se identificaron así los
desempeños esperados para los hombres en la vida cotidiana, asociados a la
cocina, (labores domésticas) la crianza, (tareas de cuidado) y la cama,
(relaciones de pareja) resultando esquemas de mensajes, guiones para piezas y
de estructuras de comunicación posibles para la producción de estas en el marco
de la estrategia.
Se diseñaron piezas desde las dos
líneas #ElMachoNoSabeMucho y #SerHombreHoyEs.
Producción de piezas
#ElMachoNoSabeMucho #SerHombrehoyEs
El primer paso en la línea anterior fue señalar las normas que pueden
acarrear que, desde la socialización temprana, los hombres se asuman en
prácticas y comportamientos que los hacen proclives a protagonizar situaciones
de violencia. El segundo paso necesario en esta línea es promover la
corresponsabilidad y no violencia, poder mostrar a todos los hombres, como las
expectativas y el papel que actualmente la sociedad demanda de ellos, ha
cambiado.
La aparición de piezas graficas dio inicio al plan de difusión, interpelando prácticas naturalizadas en los hombres que les hacen proclives a verse asociados a situaciones que rompen la convivencia y aumentan los riesgos y la inseguridad, muchas afectando las relaciones de pareja según los jóvenes participantes de la Estrategia. Se quiso hacer un llamado directo a que los hombres socializados bajo normas de género que no se cuestionan, interpelaron lo que habitualmente no se reflexiona, pero sucede; así acudimos al #ElMachoNoSabeMucho.
#ElMachoNoSabeMucho
En esta línea de
mensaje de #ElMachoNoSabeMucho, se cuenta con dos cuñas de radio, una
con referencia en VBG y la otra con referencia Violencia Física que se proponen
difundir a partir de la aparición de la tercera pieza grafica.
#SerHombrehoyEs
Si el primer paso en la línea anterior fue señalar las normas que pueden
acarrear que, desde la socialización temprana, los hombres se asuman en
prácticas y comportamientos que los hacen proclives a protagonizar situaciones
de violencia. El segundo paso necesario en esta línea es promover la
corresponsabilidad y no violencia, poder mostrar a todos los hombres, como las
expectativas y el papel que actualmente la sociedad demanda de ellos, ha
cambiado.
Se hace necesario que ellos sean conscientes del compromiso en la
transformación cultural, que nuestro momento como sociedad les reclama,
empezando por ser cocientes de lo que significa responder a, #SerHombreHoyEs
#SerHombreHoyEs. Cuenta con doce (12) cuñas radiales que promueven la
corresponsabilidad y la no violencia recreando en situaciones aspectos
relacionales necesarios de reflexionar en la cotidianidad de los hombres.
Manteniendo el tono propositivo para convocar a los hombres, se insiste en la
intención de confrontar normas, interpelar prácticas y manifestar expectativas
que recaen en ellos.
#SerHombreHoyEs Finaliza con una batería de videos -piezas
cortas-, que se desarrollan retomando elementos presentes en piezas con otros
formatos, (el fútbol, el gimnasio y el billar).Pone en movimiento situaciones que reflejan como las tareas de cuidado
que demandan la paternidad, se asumen de manera positiva, y pone en escena como
se rompe la rutina habitual de los hombres cuando se vinculan con la vida y el
mutuo bienestar, en un ejercicio de corresponsabilidad.
La inclusión del tema de las
masculinidades en las discusiones que se venían adelantando en los ETCR desde
la Estrategia de Mujeres de FARC sobre los asuntos de género, cuidado y
violencias basadas en género, busca ampliar la discusión incluyendo a los
hombres en ella, frente a las necesidades manifiestas sobre Prevención de
violencias basadas en género y promoción de masculinidades no violentas en los
territorios.
ONU Mujeres, a partir de la
comprensión de las necesidades de las mujeres excombatientes en un proceso de
reincorporación, interviene desde su experiencia en el trabajo con mujeres y
asuntos de género, participando de los espacios de diálogo y construcción
colectiva en cada uno de los ETCR, y partiendo del principio de Igualdad y Enfoque de Género, del Acuerdo de paz, que
como principio busca el
“[…]
reconocimiento de las mujeres como ciudadanas autónomas, sujetos de derechos
que, independientemente de su estado civil, relación familiar o comunitaria,
tienen acceso en condiciones de igualdad con respecto a los hombres a la
propiedad de la tierra y proyectos productivos, opciones de financiamiento,
infraestructura, servicios técnicos y formación, entre otros; atendiendo las
condiciones sociales e institucionales que han impedido a las mujeres acceder a
activos productivos y bienes públicos y sociales. Este reconocimiento implica
la adopción de medidas específicas en la planeación, ejecución y seguimiento a
los planes y programas contemplados en este acuerdo para que se implementen
teniendo en cuenta las necesidades específicas y condiciones diferenciales de
las mujeres, de acuerdo con su ciclo vital, afectaciones y necesidades”. (Acuerdo Final para la Terminación
del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. Pág. 12).
En consonancia con este principio, se
adelantan acciones por parte de ONU Mujeres y otras entidades de Cooperación
que buscan que se cumpla con el marco normativo de los acuerdos, planteados y
firmado por las FARC-EP y el Gobierno Nacional, y en donde las propuestas de
intervención deben estar encaminadas a cerrar las brechas económicas y sociales
entre los hombres y mujeres, en procura de alcanzar la equidad de género y
reduciendo las VBG.
En este sentido, se encuentran en el
territorio el discurso de género construido por el grupo de Mujeres Farianas y
los discursos y posiciones que llevan consigo las Agencias de Cooperación y los
operadores en territorio. Así, en este ambiente, es que aparece el interés por
que los hombres participen de las discusiones frente a las violencias basadas
en género y la equidad de género.
Desde este momento y en adelante, hablar
de masculinidades, atañe a la participación de los hombres en las discusiones
de los temas mencionados y la participación activa de las mujeres en las
decisiones colectivas que se hacen sobre los elementos observados frente al
modelo de reincorporación a la vida civil de los excombatientes de las FARC.
Encontraremos que existe una suerte de
inexperiencia de todos los actores involucrados en este proceso de
acompañamiento a la reincorporación, frente al abordaje y desarrollo de las masculinidades, que es proporcional al
interés particular de las mujeres excombatientes por revisar la construcción de
masculinidades no violentas, tras el reciente cese armado y desmovilización del
grupo guerrillero, en Colombia.
Se encuentra entonces que, la
reincorporación, de un grupo armado de casi 60 años de antigüedad en el
contexto actual, es un tema nuevo que permite que los excombatientes al dejar
la guerra se proyecten a otros estilos, formas y expectativas de vida, por lo
tanto, se viven momentos de reconstrucción frente a las dinámicas de la vida
civil y las relaciones con el territorio (Estado, tierra, vecinos, entre otros).
Este ejercicio que requiere una profunda reflexión le permite a los hombres y
mujeres excombatientes replantearse una nueva cotidianidad, empiezan a
proyectar nuevas expectativas de vida que no eran posibles mientras estaban en
la guerra, como conformar una familia, iniciar emprendimientos, crear negocios,
asociarse en busca de un bien común, entre otras.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, se
encuentra que las acciones realizadas por las organizaciones implementadoras
que acompañan la reincorporación, responden en su mayoría a procesos de
formación y a la construcción de rutas comunitarias para la prevención,
atención y protección de la VBG, que se instalan como acciones propuestas desde
las comunidades de las veredas y los municipios, varias de ellas, enmarcadas en
los PDETs (Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial), específicamente en el
desarrollo del Pilar 8, Reconciliación,
Convivencia y Construcción de Paz; cuyos resultados son muy favorables a la
hora de revisar la incidencia de la propuesta en las actividades de formación a
las mujeres y hombres de los ETCR y veredas, ya que la gran mayoría de los
talleres se centra en la comprensión de los PDET y el Acuerdo Final.
Los ejercicios de formación y
construcción de rutas comunitarias han permitido evidenciar problemáticas
asociadas a las VBG y a la violencia sexual en los ETCR y las veredas, como la
falta de fortalecimiento de las formas de asociación de las mujeres en
proyectos productivos, así como la falta de un acompañamiento psicosocial a los
hombres excombatientes y su vinculación a la ética y las acciones del cuidado. Lo
anterior hace pensar en la estrategia a futuro alrededor del modelo de
reincorporación de las FARC a la vida civil en el marco del proceso de paz.
Esta lectura del proceso en su
conjunto y luego que en los territorios se haya dado una suerte de convergencia
de discursos de género y posturas frente a las masculinidades, desde la línea
de formación discursiva de las organizaciones Implementadoras y de los
lineamientos institucionalizados, es notable aquellas que provienen de las
mujeres farianas. No obstante, al particularizar las narraciones que los
diferentes actores hacen de las experiencias y de los territorios, es el eje
político y comunitario de los desmovilizados el que demuestra el mayor
desarrollo y relevancia en la discusión sobre los temas de género y masculinidades,
así como el que muestra el principio de
Igualdad y Enfoque de Género del acuerdo de paz.
APRENDIZAJES
QUE EMERGEN DE LAS EXPERIENCIAS
En cuanto a
la aplicación de un marco conceptual de masculinidades en la implementación de
las diversas propuestas sistematizadas. Desde las
experiencias se aprende que:
En las estrategias de formación y
ejercicios de reflexión sobre temas de género, violencias basadas en género y
violencia sexual, es importante desde la formulación de las propuestas
iniciales, intencionar un enfoque de masculinidades que permita vincular a
los hombres excombatientes.
En el desarrollo de las experiencias se evidenció que es importante la
vinculación de los hombres a las temáticas de género y masculinidades, ya que
de esta manera ellos pueden identificar y cuestionar los dispositivos vigentes,
los roles tradicionales y los estereotipos de género.
Las organizaciones vinculadas en la implementación contaron con una
propuesta de intervención revisada, intencionada, y con unas actividades y
productos concretos, sin embargo, la vinculación de los hombres se logra desde
el reconocimiento de las particularidades del territorio y de la construcción y
desarrollo de un ejercicio colectivo entre la organización implementadora y las
mujeres participantes.
●En el Cauca, el proceso de formación con la escuela
María Cano potenció la reflexión sobre la pertinencia y relevancia de trabajar
con los hombres farianos en conjunto con las mujeres, desde un enfoque
relacional de género de cara al ejercicio de la ciudadanía, dejando aún
presente la necesidad de dar mayor profundidad a dicha conversación.
●En Antioquia, en Dabeiba, la escuela Vicky Hernández
trascendió en la construcción de proyectos productivos, en el fortalecimiento
de los comités de género desde sus componentes de formación en género, en
cooperativismo, en gestión, en liderazgo y en organización, dirigido a hombres
y mujeres.
●En Vista Hermosa Meta, el espacio de los talleres fue
constante y la participación de los hombres reducida, casi nula. Allí las
mujeres generaron un diálogo frente a los temas de VBG, el cuidado y los roles
de género, pero la guía y el desarrollo de las actividades siempre la llevaba
la organización responsable de la Implementación, desde su propuesta
metodológica. Posteriormente, con la realización del bingo por la paz, se
permitió la participación de los hombres de la vereda y el ETCR.
●En Colinas Guaviare, la organización implementadora
leyó el interés de las mujeres, allí ellas buscaron vincular a los hombres en
sus discusiones y acertaron que la metodología de taller no es atractiva para
ellos. Así que pensaron en otra forma en la que se vinculara a los hombres en
el tema y en las reflexiones posteriores. Por eso la experiencia se da desde
lenguaje propuesto por la comunidad, generando el espacio lúdico del circuito
de intercambio de roles, en el bazar, donde se vinculó a los hombres desde
lógicas muy masculinas. En este escenario, la participación se dio desde la
acción, no solo desde su asistencia.
●En La Variante de Tumaco Nariño, teniendo desde un
principio la intención por convocar la participación de los hombres, se
diseñaron actividades que acudían a las lógicas masculinas, involucrando
destrezas y competencias a través de la escritura e interpretación canciones,
clases de dibujo, pintura colectiva de murales y la conformación de equipos
para un juego de rugby.
Las reflexiones en el territorio sobre
los temas de género, que cuestionan la norma social que los determina, se
amplia y se hace potente al reconocer los conocimientos, la construcción
social y cultural que traen los excombatientes desde su formación y
experiencia en filas.
En la construcción de las Rutas Comunitarias para la
Prevención, Atención y Protección de las VBG, se hizo evidente que dada la
formación política con la que contaron hombres y mujeres en la guerrilla, sea
tranquilo para ellas, interpelar de manera directa a los hombres, y así
complejizar en gran medida las discusiones y debates en un horizonte
constructivo, a través de lo que en la guerrilla se denominaba “la auto
crítica”. Las discusiones que se generaron acerca de la división sexual del
trabajo y el cuidado, a partir de las relaciones horizontales de género
construidas en el antiguo grupo armado, permitieron la reflexión sobre la
igualdad y la equidad de género en este momento de la reincorporación.
Los diferentes
escenarios donde se desarrollan las experiencias abordaron reflexiones, desde
los comités de género, donde se alertó frente al cuidado, la ética del cuidado
y las prácticas del cuidado; llegando a reflexiones sobre la igualdad de género
en el grupo armado donde se compartían las labores de cuidado, entendidas desde
la limpieza del campamento, la preparación de los alimentos, la atención de los
enfermos y heridos de la organización, dimensionando así, las cargas históricas de la distribución de
trabajo entre mujeres y hombres.
●En Meta y Guaviare, la aproximación a las
masculinidades se da a partir de los talleres de sensibilización, de los
conceptos que se presentan a las mujeres, niños y niñas participantes, sobre
las cargas sociales y culturales de ser mujer o de ser hombre y la posibilidad
de replantearlas, en relación con temas del cuidado y las VBG, lo que determina
que desde la participación comunitaria se propongan acciones para vincular a
los hombres interpelando sus prácticas masculinas.
●En el Cauca la conversación que despierta interés
plantea cómo las mujeres se integran en unos territorios, de los cuales son
parte, y que de hecho ya es muy patriarcal, al observar las relaciones de
producción y cómo las mujeres trabajan la tierra, pero son los hombres quienes
terminan tomando las decisiones. Una conversación que complejiza el análisis
sobre la concepción de lo que es el mundo rural en cuanto el arraigo del ser
humano con el territorio, del campesino hombre y mujer con la tierra.
●Por su parte, Antioquia da cuenta de cómo comenzaron
los diálogos acerca de temas de violencias, en los talleres de prevención, en
donde se dieron a conocer las necesidades de redes de cuidado, ya que las rutas
institucionales no funcionan en los ETCR, y se inició la socialización de la
ruta y el protocolo de violencia interna con la que cuenta el partido FARC,
apareciendo enunciaciones de masculinidades nuevas o alternativas alrededor de
los esfuerzos por ir eliminando de la vida cotidiana de los hombres las ideas
patriarcales y machistas que empezaron a impactar la vida de las mujeres desde
expresiones de violencias de género.
●En Nariño, en la Variante se retomó el principio
fariano de la igualdad, para entender desde la lógica de intervención comunitaria
a la población de excombatientes, alejándose de los conceptos clásicos de
empoderamiento, sociedad y relaciones sociales, pues ellos y ellas tienen una
formación intencionada del ser social, del empoderamiento a través de las armas
y el discurso político, y de las relaciones con la comunidad.
Vincular a los hombres y aumentar su
participación en los espacios, discusiones y reflexiones en temas de género,
implica que las convocatorias y las dinámicas propuestas, se realicen desde
lenguajes, actividades y roles que partan de las lógicas masculinas que los
representan.
En las experiencias, las mujeres participantes evidenciaron que, la
vinculación de los hombres en las actividades de género se facilita en la
medida en que se utilicen otros lenguajes, generando espacios lúdicos donde se
involucren destrezas y competencias asociadas a las lógicas masculinas. Estas
acciones permiten que los hombres se sensibilicen frente las cargas culturales
de género y se vinculen a las reflexiones sobre ellas.
Las diferentes experiencias que abordaron las masculinidades se dieron
desde el juego, la competencia y la expresión artística, y tenían como eje
central el encuentro con los otros y la construcción colectiva alrededor de
aspectos de la vida cotidiana. Así, la experiencia comunitaria es la que
termina por sobresalir en estos procesos, que pese a tener unos lineamientos de
base, propuestos por las organizaciones Implementadoras, pusieron de manifiesto
la formación política y comunitaria de los actores centrales, mujeres y hombres
excombatientes de las FARC, así como las intenciones que tienen frente a la
participación en estos espacios de formación.
Desde la
experiencia en Dabeiba, Antioquia, las exploraciones iniciales alcanzaron
a definir tres momentos metodológicos: uno desde el cuerpo, dos en las
relaciones cotidianas y dinámicas sociales con compañeros y familia, y
tres, en la proyección de las dinámicas colectivas y sociales en el
territorio.
En el
Cauca, acercar a los hombres en el trabajo desde la igualdad y equidad de
género se hizo buscando visibilizar como en la vida cotidiana estos temas,
no solo afecta a las mujeres, sino que también atañe a los hombres,
haciendo ver que, para ellos, es necesario identificar cómo se ven
afectados y limitados por razones de género, en el proceso de
socialización.
En el
bazar realizado en la Vereda Colinas Guaviare, se vinculó a los hombres
desde la lógica de la competencia, el juego y la demostración. Allí el
juego fue un escenario de participación que convocó a los hombres,
llevándolos a reflexiones sobre el ejercicio en sí y relacionándolos con
las temáticas trabajadas. La escasa y descendente participación de los
hombres en estos espacios, fue lo que motivó a las mujeres cuestionar la
forma en la que se abordan los temas de género y, en cómo se hace el
llamado a que los hombres participen.
Los
aprendizajes adquiridos por los hombres, en el ejercicio del bazar y el cambio
de roles fueron tan significativos que les permitió replicar la experiencia en
el municipio de San José del Guaviare, como propia, y preguntarse cosas que
seguramente no lo habían hecho antes, acerca de la distribución sexual del
trabajo y los roles del cuidado.
En la
experiencia del Bingo por la Paz, en Vistahermosa Meta, se identificó que
el juego popular y de azar también es una herramienta atractiva para
trabajar con los hombres, pues les permitió entrar en una competencia,
como lo hizo el bazar en Colinas.
Los
juegos teatrales y de roles en las veredas Buena Vista y Playa Rica,
permitieron a quienes participaron, esencialmente mujeres, niños y niñas,
que a través de la experiencia artística hicieran una comprensión más
compleja del enfoque de género y las VBG, plasmando sus historias desde lo
colectivo, en productos estéticos como canciones y una obra de teatro.
Allí mismo, en Buena Vista, se suma la golosa como un ejercicio que
convocó la participación masculina.
En La
Variante, en el Municipio de Tumaco, se desarrollaron inicialmente
actividades para la formación de las mujeres en temas de equidad y género,
y luego acciones colectivas entre hombres y mujeres trabajar sobre las
masculinidades. En estos espacios se recurrió al trabajo desde el arte y
el deporte, ya que de esta manera podían contar con la participación de
los hombres del ETCR y la comunidad receptora, generando así mismo, espacios
de diálogo y reflexión en torno a las masculinidades, hegemónicas y
alternativas, pensadas desde la diferencia entre el hombre fariano y el
hombre tradicional.
Al pensar
en las condiciones y factores de éxito para promover las masculinidades
corresponsables y no violentas. Desde las experiencias se aprende que:
Los discursos de las organizaciones
responsables de la implementación plasmados en sus propuestas, respecto a los
roles de género, la VBG y la violencia sexual, pueden ser diferentes y entrar
en contradicción con el acervo que traen consigo los/as excombatientes desde
sus saberes, creencias y prácticas.
Los socios implementadores que operan los procesos de formación, en el
marco del proceso de reincorporación, si bien deben cuestionar el rol de género
asociados a los hombres y mujeres tradicionalmente, deben entrar en diálogo con
las construcciones de género en las que se formaron los y las excombatientes
durante su permanencia en el grupo armado. Así mismo, las y los excombatientes
comprenden que en su transición a la vida civil hay configuraciones de familia,
de pareja, de paternidades, y de la vida cotidiana, que pueden ser diferentes a
las que asumieron y experimentaron en su vida como combatientes.
A lo largo de los procesos de formación, se
evidencia una diferencia en la concepción del rol de la mujer entre las
excombatientes y las mujeres de la comunidad. La comunidad receptora asume las
tareas domésticas y del cuidado como una labor propia de las mujeres, lo que
conlleva a perpetuar las formas de relacionarse con los hombres, quienes, a su
vez, asimilan la carga histórica de jerarquía y poder de la masculinidad
tradicional, y de proveedores del hogar.
Mientras que
las mujeres excombatientes cuestionan el rol de los hombres “tradicionales” en
las tareas del cuidado en los ETCR, dado que durante la vida en la guerrilla no
había diferencia entre hombres y mujeres y las labores de cuidado y de trabajo
se delegaban por igual. Los hombres que se encuentran en un proceso de
transición a la vida civil, al pasar de ser hombres guerrilleros a ser hombres
civiles, ya no se les exige cumplir con las tareas del cuidado y, más bien, se
les señala o cuestiona si quieren cumplir con ellas. Este cambio es extraño
para algunos, pero no se permiten cuestionarlo ya que les trae una descarga de
tareas. Estas labores, recaen directamente en las mujeres, sumadas a otras
nuevas labores como el cuidado del hogar, de los nuevos hijos, las familias
extensas que llegan a vivir con ellos y por supuesto, de sus nuevos esposos.
La importancia
del preguntarse ¿por qué esa distribución igualitaria de las labores no se
conserva cuando pasan por un proceso de reincorporación a la vida civil? Lleva
la discusión a otro espacio, pues no atañe únicamente a la construcción social
del sujeto y su entorno, sino también a la construcción política e ideológica,
y su relación con el entorno geográfico y social del que surgen los actores
armados, pues en la vida civil las mujeres no tienen espacio de representación
y toma de decisiones. Ellas, al encargarse del cuidado del hogar, ven limitada
la participación en el espacio de lo público, de lo laboral y de la toma de
decisiones, mientras que el ejercicio de poder recae sobre los hombres evidenciando
la discriminación y barreras hacia las mujeres. Las excombatientes manifiestan
que la violencia es un elemento de poder por parte de los hombres, que vulnera
su integridad física y emocional.
Así, en
Dabeiba aparece la posibilidad que permitió indagar un poco más sobre las
identidades masculinas de los excombatientes e invitarles a participar de
la reflexión a partir de la vivencia que habían tenido las FARC siendo
guerrilla. Si bien reconocen que no era una organización perfecta, que no
eran hombres deconstruidos, que no eran el hombre nuevo del que hablaba el
Che, si existían unas prácticas que garantizaban las condiciones de
igualdad y equidad para mujeres y hombres, que les permite hoy plantearse
preguntas a partir de las vivencias que tuvieron en la guerra: ¿Quiénes
ranchaban? Todos. ¿Quiénes iban al combate? Todos. No había tareas
diferenciadas por ser hombres o por ser mujeres y ¿cuándo había un
enfermo, eran las mujeres las que lo cuidaban? No, el colectivo era el que
se encargaba. El colectivo tenía hombres y mujeres que los cuidaban. Y
¿Cuándo una mujer paría un hijo? El colectivo tomaba las decisiones.
En Cauca,
si bien el tema del cuidado no ha tenido conversaciones estructuradas con
los hombres, algunos se vincularon en su condición de líderes o
presidentes de las cooperativas mostrándose sensibles y apoyando el
empoderamiento de las mujeres. Ejemplo de ello, está en Buenos Aires,
donde el responsable de género de FARC, de la Cooperativa, es un hombre.
El caso
de la Vereda Colinas muestra como las mujeres están seguras de que, si se
equilibran las cargas laborales y de cuidado entre los hombres y las
mujeres, también se equilibra el ejercicio del poder, y por tanto se
reducen las violencias machistas. Por esto, su propuesta surge como un
ejercicio de sensibilización y cambio de roles, que pone a los hombres en
la situación de asumir el cuidado de hogar, a través de un circuito de
labores diseñadas por ellas mismas y, en donde, se puede generar un
ejercicio de competencia con otros hombres, para despertar el interés de
ellos, y generar reflexiones hacia las labores no remuneradas del hogar.
En la
Vereda La Variante, en Tumaco, las mujeres cuestionan los espacios y los
roles de poder de los hombres para proponer mejores prácticas que aporten
a la construcción de la igualdad de género, confrontando además las
características de las masculinidades hegemónicas o tradicionales frente a
las masculinidades pacíficas, corresponsables y no violentas. Es de
destacar que en algunos hombres excombatientes es mucho más marcada su
participación en el cuidado de niños y niñas, en las tareas del hogar, que
incluso permitió que ellos identifiquen esas buenas prácticas para
fortalecerlas, desde la paternidad activa, desde la corresponsabilidad y
el respeto.
De manera
general, para todas las experiencias y como parte de un ejercicio de
reconocimiento, las mujeres excombatientes realizan la comparación de sus
historias con las mujeres de las comunidades receptoras, y perciben las
diferencias con respecto a la vida que llevaban como combatientes. Este
ejercicio autorreferenciado les permite tener una comprensión diferente de la
igualdad de género en términos de la distribución sexual del trabajo, las VBG y
la violencia sexual. Surgen las discusiones sobre los roles asignados
culturalmente a los hombres y a las mujeres. Identifican, de alguna manera,
cuáles son las cargas culturales y las cuestionan. Todo esto con el fin de
poder promover acciones de cambio que vinculen a los hombres en la reflexión,
pues son ellas las que evidencian la necesidad de hacerlo.
Al
dimensionar el concepto de lo colectivo y el actuar como grupo por parte de
la población excombatiente, se fortalecen los procesos de reintegración y
reincorporación con enfoque comunitario.
Las experiencias en los territorios visibilizan que, la acción colectiva
adquirida en el marco de la insurgencia reúne a los excombatientes, y vincula a
la población receptora en un diálogo que permite la reintegración a la vida
civil, a través de procesos de reconciliación y convivencia en el territorio
donde viven su cotidianidad y desarrollan su proyecto de vida. Este diálogo
colectivo permite que se interpele la norma social y se cuestionen las
relaciones de género, promoviendo la participación equitativa de hombres y
mujeres.
Las acciones
adelantadas en cada uno de los territorios permitieron observar que más allá de
los discursos de las organizaciones responsables de la implementación, son los
diálogos con la comunidad excombatiente los que promueven un ejercicio
reflexivo y permiten cuestionar la masculinidad hegemónica, esa con la que se
encontraron al volver a la vida civil, la cual se contrapone al pilar fariano
de igualdad y su ejercicio de la Corresponsabilidad, mostrando desde donde se
pueden dar las reflexiones de género y de las masculinidades, toda vez que
emerge como una alternativa para la continuación de la lucha política en nuevos
escenarios, a partir del acuerdo de paz.
●Esta relación se presenta, en el ejercicio realizado
con hombres en el ETCR La Variante Tumaco, en donde se cuestionaron el lugar de
los hombres farianos, que como colectivo, en su lucha no fueron vencidos, pero
que ahora tras su desmovilización vienen siendo permeados por un modelo de
masculinidad hegemónica, que puede ser transformado desde la participación
colectiva fundamentada en el principio de la igualdad.
●La propuesta comunitaria de la Vereda Colinas permitió
la participación colectiva en la realización del bazar y juego de roles donde,
a través de un circuito de labores del hogar, los hombres competían y
demostraban sus habilidades en las tareas de cuidado. Allí, se dio una
comprensión de los conceptos que traía el socio implementador desde su apuesta
conceptual, y los convirtieron en una acción comunitaria.
●En Dabeiba Antioquia, la formación política que posee
el colectivo, adquirida en el marco de la insurgencia, mantienen vigencia
cuando algunas organizaciones e instituciones, llegan a proponer temas de
género, a contar una historia clásica y estereotipada y la respuesta de la
gente excombatiente, es que no se identifican con esas historias, la FARC
considera que “son gente que viene de un proceso, de una vida diferente”.
●Desde la experiencia en Cauca, la noción de lo
colectivo se expresa al encontrar que hay hombres que no se van a meter de
lleno en las reflexiones de género, pero sí le siguen el hilo y sienten que no
es un tema de: los buenos, los malos, que las mujeres son las enemigas, sino
que es un tema que favorece el desarrollo humano en términos colectivos, en los
territorios, y que favorece incluso el trabajo de las cooperativas.
Adicionalmente,
en todas las experiencias y a causa de la formación política y comunitaria que
obtuvieron cuando estaban en filas, las mujeres excombatientes ponen en el
escenario de la acción comunitaria la experiencia vivida por ellas, en
contraste a las trayectorias de las comunidades, llevando a que se fortalezca
el ejercicio conceptual y de formación de las organizaciones implementadoras.
Así la
participación de la comunidad tanto en el proceso de formación, talleres,
discusión y reflexión posibilitó el diálogo abierto y mostró cuáles fueron los
aprendizajes y reflexiones por parte de todos los actores involucrados,
incluidas las organizaciones responsables de la implementación. Se constituyó
este, en un ejercicio de ida y vuelta que permitió a los y las participantes
proponer desafíos y acciones que lograron llevar a otro nivel la discusión. Se
apeló a la lectura que realizaron las organizaciones Implementadoras en los
distintos territorios, y se dio inicio al proceso en la lógica del espacio de
formación a través de una propuesta que responde a unos desarrollos
conceptuales y metodológicos propios, pero es el territorio, su contexto y,
sobre todo sus participantes, quienes determinan las necesidades, el accionar y
la reflexión, en el marco del proceso formativo.
Los desempeños que la sociedad impone a los hombres, lleva a convertir hombres en seres inhumanos por demostrar una hombría que muchos ya conocen, que algunos ya cuestionan y otros empezamos a transformar
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